La gente corre tanto
porque no sabe dónde va,
el que sabe dónde va,
va despacio,
para paladear
el “ir llegando”.
La gente corre tanto. Gloria Fuertes
¿En qué momento dejamos de “paladear”?. Como escribe Gloria Fuertes en este pequeño poema, las personas llevamos un ritmo frenético hacia ninguna parte, y eso tiene implicaciones en cómo vivimos, en cómo nos relacionamos y en el impacto que somos capaces de generar en nuestro entorno.
Aquel que sabe dónde va conoce su propósito y tiene un sentido, por eso no le importa ir despacio, sabe que en cada paso va a hallar descubrimiento y que camina en la dirección correcta, aunque tenga que rectificar su ruta cien veces.
Pero la realidad es retadora en cuanto al tiempo del que disponemos. Medimos el tiempo que tenemos para descansar, agendamos los quehaceres y cronometramos nuestros minutos de gloria. Somos de lo más eficiente aprovechando el “tic tac” del reloj, y sin embargo, no nos sentimos realizados: ¿qué nos pasa?.
Y es que el tiempo no es sólo lo medible, sino que también está compuesto por pausas, respiros y silencios que en muchas ocasiones son los grandes olvidados (porque no hacen ruido), pero que en contrapunto con ese ”tic tac” que rebosa tareas, son los que esconden singularidades únicas que no cualquiera se aventura a explorar.
Nos hemos acostumbrado muy rápido a perdernos los silencios, a no ver el contenido que esconden y alejarnos de descubrir dónde reside la belleza. Nos hemos habituado a entender la realidad “a medias”. Pero no todo está perdido. Sabemos abrirnos, y cuando lo hacemos dejamos que nos inunde la poesía del mundo, le perdemos el respeto a los silencios y nos dejamos envolver por ellos. Entonces comenzamos a entender el significado de las palabras, y de pronto somos capaces de vislumbrar ante nosotros una realidad con aristas, picos y valles, asperezas y dulzuras.
Una realidad imperfecta pero humana. Un mundo más complejo, pero también más sustancioso.
La poesía tiene la capacidad de pararse a observar y apuntar los matices. Escucha con el alma. Siente la armonía de la naturaleza, como lo natural de nuestra especie, y es en esencia contenedor de belleza. Está llena de vida y habla de ella. Cada palabra está dotada de un significado único que aporta luz al resto de palabras que la acompañan y acompasan cada verso. La poesía es un baile de sentidos, connotaciones y pasiones y está en todo lo que nos rodea, pero hay que saber mirar.
La pregunta ahora es entonces: ¿andamos ciegos ante la belleza?. Me encantaría afirmar que estar ciego o no estarlo es una elección, pero desconozco cuántas personas se paran a pensarlo y me niego a aceptar que existen otros tantos que deciden quedarse ciegos. ¡Llamadme romántica!.
Lo que es claro, es que privados de la belleza nos encontramos ante otra realidad. Menos compleja, más reducida, y podemos caer en el no-significado de las palabras. En las palabras que devuelven palabras. Nos acostumbramos a usar palabras huecas y comenzamos a movernos en un modelo de relaciones e interacciones que acepta esa premisa.
De esta forma estamos creando otras formas de ser que también nos pertenecen, que en parte nos alejan de nuestra esencia y en parte nos muestran otras de nuestras peculiaridades. Ni mejores, ni peores, humanas.
En momentos de crisis, resistirse a pensar puede ser un oasis de paz mental ya que a todos nos aturden los acontecimientos, y no siempre sabemos sobrellevar situaciones complicadas. Sin embargo, acostumbrarse a bloquear ese reflejo innato nos lleva a desperdiciar una de las mejores medicinas para la mente. Cuando el ser humano piensa entiende y se encuentra con su condición y es entonces, solo entonces, cuando es capaz de aceptarla y crecer, de aportar algo realmente valioso al mundo.
Por eso hoy más que nunca, con el contexto social que acontece podemos decir a viva voz que si hay que correr es porque es urgente descubrir la belleza de las cosas, y que esa urgencia es una urgencia poética. Una urgencia de personas que lean el mundo dotando de significado las palabras, que se sepan sensibles y se quieran pensantes. Personas que corran a encontrar poesía, pero que una vez se adentren en ella, como decía Gloria, la paladeen.
Cristina Bucero
Estrategia e innovación en Soulsight
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