Ser valiente puede implicar muchas cosas, pero aquí y ahora tiene que ver, sobre todo, con dar la cara por tus valores. Valiente, valores, valor… valere que en latín significa «ser fuerte», la condición deseable para ser valiente y poder cargar con el conjunto de valores que te toque en cada momento. Hoy parece importante hablar de responsabilidad, pasión, gratitud, generosidad, honestidad… claramente no se puede responder a todo, habría que ser realmente fuerte, pero tenerlo presente seguro que ayuda. Ser valiente es trabajar con los valores que faltan ahí fuera. Este artículo va de ser valiente, en el sentido positivo del término.
Para empezar, diría que ser valiente no va de asumir riesgos. Más bien diría que «ser valiente es hacerlo mal».
Hay algo bello, lúdico y poético en hacer algo mal. Hablo de escribir mal, hablar mal, dibujar mal, cantar mal, vestir mal, actuar mal, construir mal, hacer negocios mal… Realmente hay mucha gente que se esfuerza por ampliar el repertorio de acciones inútiles, extravagantes y despreciadas… y me parece muy generoso y valiente dedicarse a hacer las cosas así.
Mi hijo tiene hoy 8 años, pero todavía conserva la actitud de sus primeras y maravillosas manualidades. Sus «chapuzas» fueron una lección de vida para su padre. Se atrevía con todo y a menudo decía: «¡Perfecto!». Estoy seguro de que hay mucho futuro y potencial en esa actitud despreocupada del detalle y enfocada en lo que para él es algo así como «las reglas universales del universo». Las chapuzas tienen un punto que amplía el mundo. Hacerlo mal no es fracasar, porque si no hay intención de perfección, éxito, rigor científico o académico… parece que entonces, queda algo más importante. Hacerlo mal es un ejercicio que te libera y te conecta íntimamente con lo que estás haciendo.
Luego está la versión de los emprendedores, que suelen ser tipos valientes a los que les encanta fracasar. Se parece, pero no es lo mismo. No es que lo hagan mal; les gusta fracasar temprano para aprender rápido. Tienen prisa para que la inspiración les pille fracasando. Creo que ese tipo de cultura está quedando atrás y es más bien una interpretación rápida de lo anterior. También puede ser que nuestro sistema económico favorezca ese tipo de valentía. La prudencia y la moderación tienden a obstaculizar el crecimiento económico, limita la capacidad de las empresas para tomar riesgos, hacer inversiones… El «valor» también es una cosa económica.
Últimamente cito mucho a Ortega y Gasset cuando dice en El espectador: «La valentía que se necesita para actuar en el escenario es única en su especie. Es una valentía que no se parece en nada a la que se requiere en otros campos, como el militar o el deportivo. En el teatro, la valentía es la capacidad de enfrentar la desnudez de la propia personalidad, de mostrarla sin pudor y sin máscaras. Es una valentía que no se apoya en la fuerza física, sino en la fuerza moral de la persona, en su capacidad para enfrentar el miedo y la incertidumbre. […] En este sentido, el teatro es una escuela de valentía, de coraje y de determinación».
La valentía es una fuerza moral.
Este tipo de valiente, es muy importante. El valiente que insiste en lugares donde otros no pierden el tiempo, es también uno que no tiene ni idea de lo que está haciendo y lo hace mal. No se recrea en lo que sabe, se va de ahí y es entonces cuando más disfruta. Me gustaría invitarte a hacer mal lo siguiente que tengas que hacer perfecto. Si te falta valor, haz esto: abre tu navegador y pon «chapuza» luego haz clic en imágenes.
Manuel Vázquez
Estrategia e Innovación